Los días pasados fueron de intensas lluvias en la comarca las arribes en Salamanca.
Muestra de ello fueron las espectaculares crecidas de ríos y arroyos que provocaron que muchas de nuestras miradas se dirigiesen a algunos puntos muy conocidos por su espectacularidad, como puede ser el pozo de los humos, las aperturas de compuertas en las centrales de Aldeadavila y Saucelle.
Estas lluvias nos trajeron de vuelta las imágenes que muchos deseamos y ansiamos de nuestras arribes. Pero estas lluvias nos dejaron otras imágenes que no han sido muy vistas pero que también tenemos que tener en cuenta, por ser muy impresionantes o por sus consecuencias.
Si anteriormente hablábamos del pozo de los humos y con la furia con la que rugía durante estos días en plena crecida de río uces, nos tendríamos que remontar río arriba para destacar otra impresionante imagen. El río a la altura de la Zarza de Pumareda y de Cabeza del Caballo llegó incluso a pasar por encima del puente que une los dos municipios por camino, el puente robledo.
En este punto la historia no es desconocida y es que décadas atrás otra gran crecida propició que parte del puente se perdiese por la furiosa envestida del río.
Otra de las consecuencias de las intensas lluvias se vio reflejada en la carretera que da acceso a los miradores de Iberdrola sobre la presa de Aldeadavila.
Esta carretera une la entrada a la presa con unos miradores que se encuentran en la parte superior del impresionante risco que rodea la obra hidroeléctrica, además de dar servicio a los trabajadores de la eléctrica. Durante unas horas este acceso estuvo cortado debido a un desprendimiento que invadía la calzada.
Os recomendamos que en vuestra próxima visita a la comarca de las arribes no dudéis en subir por este acceso a contemplar las impresionantes vistas, y no solo de la presa, que se levanta entre dos impresionantes paredes de granito, si también el entorno que la rodea, acompañado por el vuelo de diferentes aves que planean en la zona. Visitando lugares como este, es donde el ser humano se siente infinitamente minúsculo ante la inmensidad del entorno.
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