Aldeadavila, y posteriormente Masueco, acogerán durante el presente mes de agosto la exposición Mi Pueblo en las arribes.
Esta exposición está formada por diferentes grabados realizados a mano donde su autora nos traslada con el arte del grabado a diferentes rincones de las arribes.
El nombre artístico de su autora es Adriana Jado, en homenaje a su madre y abuela. Nacida en Ondara (Alicante), pero afincada en Salamanca desde el año 2001, es técnica superior de artes plásticas y Diseño en encuadernación Artística, y Graduada en Conservación y Restauración de Bienes Culturales, especialidad en Documento Gráfico. Trabaja como encuadernadora, restauradora, grabadora y artesana en general desde el año 2007; ampliando su formación en el Archivo Regional de Madeira (Portugal) y en el Palacio Real de Madrid (en el departamento de Patrimonio Nacional).
Descubrió la zona de Las Arribes en el año 2013 y desde el primer momento sintió el calor de su gente, esa es la causa del título de su exposición y no otra. “Mi Pueblo en Las Arribes” expresa el sentimiento de gratitud que siente hacia ese lugar. Es el segundo año que expone en Aldeadávila (del 1 al 14 de agosto), así como en Masueco (a partir del 15 de agosto).
De manera resumida para la realización de los grabados, según nos detalla la propia autora, el primer paso es tomar fotografías de las calles y rincones bonitos, había miles donde elegir por lo que no fue una tarea fácil; después, ya en su taller, se realizaron los dibujos a lápiz que posteriormente se pasaron a planchas de acetato rayándolas a mano con la técnica de punta seca. Cuando se tienen los dibujos en la planchas se aplica tinta, se limpia el exceso de esta y se pasa a través de los rodillos del precioso tórculo, quedando así estampados en el papel.
Adriana nos detalla que una de las mayores dificultades que se encontró a la hora de seguir por este camino fue quizás la falta de comprensión por parte de la gente, ya que se trata de un trabajo poco común y nada estable, se empeñaban en explicarle que debía escoger un trabajo “con más futuro”; pero ella quería perseguir su sueño y así lo hizo. Ahora, a sus 28 años y siendo consciente de que le queda toda una vida por delante, manifiesta su felicidad por haberse dejado guiar por sí misma y por saber que disfrutará día tras día inmersa en su taller, en su mundo; imaginando, diseñando y creando para todo el que sueñe con las cosas bonitas y artesanales.
Por último, quiere animar a los jóvenes, y no tan jóvenes, a que persigan sus sueños por muy imposibles que parezcan, ya que con ganas y esfuerzo todo termina saliendo incluso mejor de lo que habíamos imaginado. ¡Qué nadie corte tus alas y vuela!
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